Ella seguía desangrando y yo seguía amándola.
miércoles, 22 de abril de 2015
CUENTO CORTO
Gire mi cuerpo hacía la derecha, seguía sin dormir. No paraba de recordar los movimientos tan excéntricos que mi cuerpo había elaborado.
jueves, 16 de abril de 2015
Me llamo Elizabeth
Seguía tratándome de quitar las luces rojas de
mi cabeza; el bar a donde me había metido mi hermana estaba más chico que la
mente de papá y más dañado que el corazón de mamá. Fue peor cuando decidí
tomarme esa cerveza, acabe tirado en el suelo, vomitando mi ser.
Cuando termine de vomitar el resto afuera del
recinto, fue cuando me tope con su mirada y unas cuantas servilletas en la
mano; no entendí lo que me decía pero quede encantando desde ese instante.
Cuando terminaba de limpiarme, me preguntó ,en
un inglés un poco alterado, si me encontraba bien; tuve que mentirle, me sentía
fatal o al menos eso creía. Me ofreció un poco más de servilletas y se metió a
terminar su jornada laboral; ya sabía donde encontrarla.
Fue entonces cuando entre al recinto para
buscar a mi hermana e irnos a casa. La volví
a ver y me sonrío. “Que maravilla” –pensé-. Me arrastre a la barra,
pagué la cuenta, quité las manos del depravado que tocaba a mi hermana y nos
fuimos.
No espere ni siquiera un día para volver a ver
a aquella muchacha que me ayudo a recuperar mi ser. Regrese a ese bar por la
madrugada; no sé si fue cosa del destino, pero llegue en el momento justo del
cierre. Le ofrecí salir a tomar un café.
Cuándo la estaba llevando a su casa después de
dos americanos bien cargado me dijo que se llamaba Elizabeth y que era madre
soltera.
Me ofreció pasar a su casa. Tenía uno 20 metros
de patio antes de entrar a la cocina. Vi algo que se movía hacía nosotras
gritando: “¡Mamá, mírame, soy Miss
Universo!”. Era una niña aproximadamente
de unos 11 años, tenía tacones bajos, una playera debajo de su vestido que
claramente le quedaba un poco grande, un collar blanco que le llegaba hasta el
ombligo unos guantes blancos, de esos que te llegan casi hasta la altura del
codo, maquillaje y unas plumas en la cabeza que simulaban una diadema. A un
lado se encontraba una especie de “hombre” creado a base de globos y playeras.
Fue entonces cuando Ely, como le empezaba a
llamar, me volteo a ver, un poco apenada le dijo a la niña que recogiera eso y
se metiera a la casa, que era peligroso que jugará afuera, el condado no era
seguro; entonces entendí.
Mientras caminábamos para entrar a casa, le
pasé mi brazo por encima de los hombros a Ely y le dije: “Tranquila, ahora yo
te devolveré su ser”- y la bese-
miércoles, 8 de abril de 2015
LA DE LA FALDITA
Tenía la mirada fija, sólo
tenía una oportunidad para robarme a esa cabrona. Mientras esperaba a que
abrieran la puerta decidí prender un cigarrillo. Lance la colilla por la
ventana del coche. Me tuve que volver a limpiar el sudor de las manos: odio
esperar tanto.
Con su faldita de puta, sus
piernas gordas y fornidas, salió de su casa. Dobló hacía la izquierda y espero
el camión. Prendí el coche, avance y me paré justo en frente de ella. La
subí al coche a madrazos.
Iba manejando, prendí otro
cigarro, me seguían sudando las manos y el coche marcaba que la gasolina estaba
por acabarse. Llene el tanque en una gasolinera y pise el acelerador a fondo. Ella seguía
callada, ajena a todo lo que iba a pasar.
Cinco, seis, siete, ocho
horas pasaron desde que la robé de la parada del camión. No respiraba y yo la
necesitaba viva. Paré el coche, y escuchaba a mi corazón bombear sangre a mi
cerebro, manos, pies. Ella seguía sin respirar.
La baje del coche como la
había subido. Le solté un par de bofetadas para que reaccionara, fue imposible,
seguía sin despertar, sin respirar. Le tiré una botella de agua.
La volvía subir en la parte
de atrás del coche, empezaba a apestar a muerto; me empezaron a sudar más las
manos. Tenía que llegar con el jefe y yo no traía a su putita.
Me mandaron a la chingada con
mi muertita en falda. Volví a manejar esas putas ocho horas para dejarla en esa
esquina de donde la robe. Entonces lo vi.
Era ese cabrón de Sánchez, el
hondureño, que aparte de jodido era un puto infiltrado de la otra banda. Y el
patrón lo idolatraba.
Salí del coche le avente a su
putita, le arrebate el cigarro y dispare. Ya llevaba seis muertitos en los que
iba del mes. Entonces sentí la punta de la pistola en dos partes del cuerpo: en
las bolas y en la sien.
Sólo escuche: “¡Disparen y
que quede bien muerto ese hijoputa!”.
miércoles, 1 de abril de 2015
¿Por qué hay gente que llora cuando abraza?
Hoy me puse a pensar un poco el tema de los abrazos y es increíble la sensación que puede transmitir las personas cuando se abrazan, es un nexo esencial para la existencia del humano.Si no hubiera abrazos la humanidad se habría extinguido hace tiempo.
Es la herramienta perfecta para fecundar, amar,perdonar, cerrar un negocio, sanar e incluso matar.
Pero, ¿por qué hay veces que la gente llora cuando abraza? No se puede describir la situación -yo he abrazado mil veces y he llorado otras mil- la hegemonía de dar un abrazo abarca tantos lugares, tantas experiencias, que no puedes calcular las lagrimas que puedes derramar cuando abrazas; pero sigo sin saber porque se llora cuando se abraza ¿es emoción?, ¿tristeza?, ¿alegría?. La gente abraza cuando pierde un ser querido, cuando ama, cuando gana su equipo de fútbol, cuando extraña.
Entonces ¿El abrazar es una arma? Sí. Es el arma más peligrosa que pueda existir en la tierra. Con un abrazo puedes lograr lo que quieras: desde el tesoro más valioso, hasta matar a alguien.
Abrazar puede comprender de dos simples pasos: el primero es abrir los brazos y el segundo cerrar los brazos con alguien dentro. Simple, ¿no?
Sabemos que es un mapa para encontrar un tesoro, un arma para el asesino, un elemento fundamental para la existencia de la humanidad. Pero, ¿por qué lloramos cuando abrazamos? ¿Por qué abrazamos? Al final es biológico y siempre sale del corazón, así mates o engendres.
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