México, D.F. a 11 de marzo del dos mil y algo
A quién corresponda:
Nunca creí escribirte una carta de este tipo. Siempre fueron
poemas de Sabines, Benedetti, incluso de Neruda. Fueron cartas escritas a
corazón abierto.
¿Recuerdas cuándo nos conocimos? Estaba lloviendo; iba
caminando sobre Madero a punto de llegar a Eje Central, cuando pasaste en tu
coche a 40 por hora; me levantaste la falda (que era tu favorita), me empapaste
toda y te grité: “¡hijo de puta!”. Te estacionaste para reclamarme. Todo fue
muy rápido. Me besaste, te besé. Acabamos comiendo un churro relleno y tomando
un café en El Moro. Te enamoraste. Me enamore.
Dos meses después estábamos ante un juez de paz; a la semana
en un altar jurándonos amor eterno en la colonia Roma, por puro capricho mío.
¿Te acuerdas la primera vez que fuimos de viaje juntos? Esa
luna de miel tan esporádica. Tu idea era irnos en Ferrie hasta España para ver
un partido en el Bernabéu , después viajar a Londres para llegar a la hora del
té, me impresionaste en París comiendo Foie Gras, me extasié de ti en Venecia.
Sigo conservando esa máscara que me compraste en el carnaval; la utilizo para
jugar con los niños mientras llegas del trabajo.
¿Cuánto me amas? Espero que sea lo suficiente cómo para
seguir leyendo hasta este punto. Tardamos dos meses en regresar; los mismos dos
meses que tardamos en firmar un acta de matrimonio. Una semana más y nos
hubiéramos casado (otra vez) por la iglesia.
¿Te acuerdas cuándo te dije que estaba embarazada de Diego?.
Lloraste de felicidad No se cómo tardo tanto en llegar porque diario era una
batalla campal en la cama; tenía que cambiar diario las sabanas. Fue cuando nos
mudamos a Colombia.
Me seguiste amando aún cuando estábamos en un lugar extraño,
bueno, extraño para mí; al final era tu país, tu lugar, tu hogar.
Allá ,(aquí para los que están en Colombia), es donde más te
cante al oído tu canción favorita: “Yo por mi parte estoy dispuesto, a
desnudarte el pensamiento, a ser colono de cada rincón, ser tu roca, tu viento,
final y comienzo; ¿y si te quedas esta noche?, ¿Y si te quedas, qué?”. Siempre
acababas riéndote, quitándome la guitarra y enseguida me conducías a la cama
para hacerme el amor.
Es por eso que tenemos una familia grande; cinco hijos,
cuatro niños y una niña. Cuídalos mucho, son los únicos que te aman más que yo.
¿No has pensado en aprender a cocinar?, ¿sabes peinar a la
niña?, ¿sabes dónde toman fútbol los niños?, ¿sabes lavar ropa?. Deberías de ir
aprendiendo.
Desde que estoy postrada en esta cama nada me sabe; la comida
me sabe a nada, el agua me sabe a nada (excepto el agua natural, esa siempre ha
sabido igual), el chocolate sabe a nada. ¿Sabes que es lo único que me sabe
igual? Tus besos diarios,
esos nunca los voy a cambiar.
Recuerdo cuando te dije: “¿Acaso no necesitas un desahogo?
Todos necesitan sexo de vez en cuando. Yo sólo te estoy generando todo lo
contrario: una abstinencia total.” Me besaste y me dijiste: “Te amo”.
Recuerda que los niños pueden estar juntos en un cuarto
cuando vayas de vacaciones, la niña debe de dormir contigo. Recuerda siempre ir
a un lugar con playa sino los niños se aburrirán. Un día llévalos a un parque
de atracciones y súbete a todos los juegos que la niña se quiera subir. Recuerda
que tres de tus hijos son intolerantes a la lactosa. Acuérdate que Santiago
tiene asma. Acuérdate que te amo.
P.D. Prometo esperarte allá dónde te ame a la distancia.
Atentamente.
Aquella
que te llamo hijo de puta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario